Un menhir es la forma más sencilla de monumento megalítico. Consiste en una piedra por lo general alargada, en bruto o mínimamente tallada, colocada de modo vertical y con su parte inferior enterrada en el suelo para evitar que caiga.
Un dolmen, que en bretón quiere decir 'mesa grande de piedra', es una construcción megalítica consistente, generalmente, en varias losas (ortostatos) clavadas en la tierra en posición vertical y una o más losas, a modo de cubierta, apoyadas sobre ellas en posición horizontal.
El término megalitismo procede de las palabras griegas mega (μεγας), ‘grande’ y lithos (λιθος), ‘piedra’. Aunque en sentido literal podemos encontrar construcciones megalíticas en todo el mundo, desde Japón a los gigantes de la Isla de Pascua, en sentido estricto muchos autores únicamente denominan megalitismo al fenómeno cultural cuyo foco se localiza en el Mediterráneo occidental y la Europa atlántica, que se inicia a partir de finales del Neolítico y dura hasta la Edad del Bronce y que está caracterizado por la realización de diversas construcciones arquitectónicas hechas con grandes bloques de piedra escasamente desbastados y denominados megalitos. Así, según estos investigadores, cuando hablamos de megalitismo no deberíamos incluir las construcciones ciclópeas correspondientes a otras dinámicas culturales como las del Bronce egeo, las baleáricas o las sardas, ni mucho menos las de Egipto o Polinesia.
Grandes monumentos megalíticos se hallan diseminados por buena parte de Europa occidental, pero los focos más importantes se encuentran en: Bretaña, sur de Gran Bretaña, Irlanda, y sur de la península ibérica.
Las pirámides de Egipto son, de todos los vestigios legados por egipcios de la antigüedad, los más portentosos y emblemáticos monumentos de esta civilización, y en particular, las tres grandes pirámides de Giza, las tumbas o cenotafios de los faraones Keops, Kefrén y Micerino, cuya construcción se remonta, para la gran mayoría de estudiosos, al periodo denominado Imperio Antiguo de Egipto. La Gran Pirámide de Giza, construida por Keops (Jufu), es una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo
El mausoleo es un monumento funerario y sepulcro suntuoso. Etimológicamente proviene del latín: Mausolēum, sepulcro de Mausolo, rey de Caria, quien se hizo construir el famoso Mausoleo de Halicarnaso, una de las llamadas Siete Maravillas del Mundo. Mausolo era uno de los príncipes más ricos y poderosos de su tiempo; a su muerte fue tan llorado por su esposa Artemisa II que ésta para enaltecer la memoria de su amado, mandó construir en Halicarnaso un magnífico sepulcro, cuyo esplendor eclipsaba todo lo que en este género se había visto hasta entonces. Medía 400 pies de circunferencia, 140 de altura y contenía en su recinto 36 columnas. La pirámide que coronaba el monumento tenía por remate un carro de mármol tirado por cuatro caballos. Muchos célebres escultores, Timoteo, Escopas y Leocares, entre otros, lo habían enriquecido con estatuas y bajorrelieves. Desde entonces el nombre de Mausoleo ha sido aplicado a todos los monumentos fúnebres levantados en honor de un príncipe u otro personaje notable.
Columna Trajana o Columna de Trajano (en italiano, Colonna Traiana) es un monumento conmemorativo erigido en Roma por orden del emperador Trajano. Se encuentra en el Foro de Trajano, cerca del Quirinal, al norte del Foro Romano. Concluida en el año 113, es una columna de 30 metros de altura (38 incluyendo el pedestal sobre el que reposa) recorrida por un bajorrelieve en espiral que conmemora las victorias de Trajano frente a los dacios (actualmente Rumanía).
La columna se compone de 18 enormes bloques de mármol de Carrara, cada uno de los cuales pesan aproximadamente 40 toneladas y tiene un diámetro de unos cuatro metros. El friso escultórico completo mide unos 200 metros y da 23 veces la vuelta a la columna. En el interior de la misma, una escalera de caracol de 185 peldaños permite el acceso a una plataforma mirador en su parte superior.
Originalmente la columna estaba rematada con la estatua de un ave, posiblemente un águila,1 y más tarde se colocó en su lugar una estatua del propio Trajano. En 1588 y por orden del papa Sixto V, ésta fue reemplazada por una estatua de san Pedro, que aún se conserva.
Como en cualquier religión el templo egipcio representaba la casa del dios, pero, más que entendido como simple morada, el templo debía ser indestructible ya que era la residencia de los inmortales. Las primeras construcciones, realizadas como imitación de aquellas destinadas a albergar a los hombres, fueron pronto desechadas y sustituidas por otras realizadas en piedra y materiales más duraderos. El templo se construía para albergar la imagen del dios y como lugar en el que los sacerdotes oficiaban sus ritos. A diferencia de las religiones posteriores no era en absoluto un lugar de culto sino una zona para albergar al dios y de hecho el pueblo no podía acceder más que a ciertas dependencias exteriores.
Era el único edificio construido en piedra y no en adobe u otros materiales menos resistentes, pues si el dios era eterno también debía serlo su casa. No existen demasiadas referencias acerca de los templos del Reino Antiguo, debido a que la mayor parte no ha llegado hasta nosotros. De estos primeros templos los más destacables eran el Templo de la Esfinge, en Guiza, y el Templo solar de Nyuserra en las proximidades de Abusir. Por el contrario a partir del Reino Nuevo sí tenemos una alta representación de templos, como los de Karnak, Abidos o Luxor y los ptolemaicos de Edfú, Dendera y Kon-Ombo.
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